El primer ministro británico, Keir Starmer, se encuentra en el centro de un esfuerzo diplomático crucial al liderar una reunión a puerta cerrada en la base militar de Northwood, donde se discutirán los pasos para una posible intervención de paz en Ucrania. Representantes de más de 20 países de la denominada Coalición de Voluntarios están evaluando el posible despliegue de una fuerza de paz en territorio ucraniano, en un intento por estabilizar la región durante y después del conflicto con Rusia. Este encuentro significativo coincide con una cumbre en Bruselas, donde líderes europeos están abordando el tema del rearme y el continuo apoyo a Kiev. A pesar de que Downing Street no ha dado detalles precisos sobre la hora del encuentro, la atención está centrada en prevenir una escalada del conflicto y asegurar un plan de paz viable que fortalezca la seguridad de Ucrania a largo plazo.
Mientras tanto, el contexto político subyacente indica una firme respuesta europea al persistente desafío que representa Rusia. Luke Pollard, ministro británico de las Fuerzas Armadas, destacó el encuentro como un símbolo de unidad europea, sugiriendo que esta cohesión podría persuadir a EE.UU. sobre la seriedad con la que Europa está asumiendo su papel en la crisis. No obstante, el rechazo del presidente ruso Vladímir Putin a la presencia de tropas europeas en Ucrania plantea un desafío adicional. A juicio del gobierno británico, la reticencia de Putin se debe a un deseo de mantener la debilidad de Ucrania, un patrón observable en su historial de compromisos con acuerdos de paz incumplidos. El resultado de estas discusiones podría tener implicaciones profundas para la política de seguridad europea y el futuro del conflicto en Ucrania.
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