Después de nueve días de angustia e incertidumbre, Carlos Correa, destacado activista de derechos humanos y periodista, fue liberado por las fuerzas del régimen chavista. Según Mabel Calderín, esposa de Correa, la detención del activista despertó una gran preocupación en la sociedad civil, dadas sus condiciones médicas preexistentes y el riesgo de deterioro de su salud en prisión. Correa fue arrestado sorpresivamente por efectivos policiales encapuchados mientras salía de su trabajo en el centro de Caracas. Esta liberación se produjo bajo medidas cautelares, con el deber de presentación periódica en los tribunales. La detención de Correa ocurre en el marco de una ola represiva por parte del régimen, previo a la controversial juramentación de Nicolás Maduro como presidente, cuestión que ha generado serias dudas sobre la legitimidad del proceso electoral.
La situación de Correa no ha sido la única en captar la atención internacional. Junto a él, Enrique Márquez, ex candidato presidencial y figura opositora, también fue detenido, incrementando las tensiones y preocupación por los derechos humanos en Venezuela. A pesar de la liberación de Correa, Márquez sigue detenido, lo que ha llevado a líderes internacionales, como el presidente colombiano Gustavo Petro, a abogar por su liberación y la de otros detenidos en condiciones similares. Por su parte, el ministro del Interior, Diosdado Cabello, ha defendido las detenciones alegando una supuesta conspiración contra el gobierno, tildando a las ONG como Espacio Público de ser intermediarias de un financiamiento internacional con propósitos desestabilizadores. La comunidad internacional observa de cerca estos eventos, mientras la sociedad venezolana sigue demandando respeto por los derechos y garantías de sus ciudadanos.
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