El futbolista enfrentará una pausa prolongada en su carrera, ya que se le ha prohibido jugar hasta abril del próximo año. A pesar de la sanción competitiva, se le permitirá reincorporarse a los entrenamientos con sus compañeros a partir de febrero. Esta decisión deja a su equipo sin una pieza clave para la temporada actual, generando incertidumbre en su esquema táctico y obligando al entrenador a buscar alternativas para mantener el rendimiento.
Esta restricción, aunque temporal, llega en un momento crítico para el jugador, quien se encontraba en un buen estado de forma antes de la sanción. La posibilidad de entrenar antes de reincorporarse a la competición le ofrece una oportunidad para mantener su nivel físico y adaptarse al ritmo del equipo. Sin embargo, el impacto psicológico de su ausencia en los partidos oficiales también será un desafío a superar, tanto para él como para su entorno profesional.
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