En el marco de las tensiones económicas entre Estados Unidos y China, resurge el debate sobre los costos de producción en la industria del lujo, protagonizado recientemente por una revelación del fabricante chino Wang Sen a través de TikTok. Sen desglosó el costo real de producción del icónico bolso Birkin de Hermès, resaltando que gran parte de su fabricación, contrariamente a lo que indica la etiqueta «hecho en Francia» o «hecho en Italia», se realiza en Asia. En su video, Sen mostraba cómo al sumar los costos de materiales y mano de obra, el precio de producción del bolso asciende a 1.395 dólares, muy por debajo de los 38.000 dólares que cuesta en el mercado, sugiriendo que el valor del logotipo y el prestigio de la marca son los verdaderos infladores de precio.
Este desvelamiento no solo cuestiona los márgenes de beneficio de las firmas de lujo, sino también la percepción de calidad y exclusividad que envuelve a estos productos. La industria del lujo capitaliza no solo en ofrecer un producto de calidad, sino en vender un símbolo de estatus aspiracional. La aspiración por estos productos crea una demanda que trasciende los límites del mercado legítimo, promoviendo la existencia de imitaciones y falsificaciones. Sin embargo, como Wang Sen plantea, si la calidad del producto se puede replicar sin la marca, ¿pierde este objeto su condición de símbolo de exclusividad? La respuesta parece subyacer en el reconocimiento de marca y la percepción de valor, que continúan siendo los motores detrás del alto precio de los artículos de lujo.
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