Casi medio siglo después de la promulgación de la Constitución Española de 1978, se celebra su aniversario en un contexto de reflexión sobre los valores y principios que buscaba establecer. En su núcleo, la Carta Magna pretendía consolidar la democracia, el Estado de derecho y la unidad de España, aspiraciones alentadas por el deseo de los españoles de construir un futuro compartido tras décadas de dictadura. Sin embargo, con el paso del tiempo, los valores constitucionales han enfrentado desafíos significativos. Críticas recientes apuntan a que la alternancia política, uno de los pilares de la democracia liberal consagrada por la Constitución, estaría siendo socavada por acuerdos políticos y medidas que otorgan concesiones a fuerzas independentistas y nacionalistas, lo cual podría poner en riesgo la unidad territorial y la igualdad entre comunidades.
La política contemporánea ha traído nuevas tensiones al espectro democrático español. El enfoque del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido objeto de controversia, con acusaciones de facilitar la asimetría política mediante acuerdos que favorecen al secesionismo, comprometiendo así la alternancia de poder tradicional entre izquierda y derecha. El debate se centra en si tales decisiones, incluyendo indultos y potenciales desigualdades fiscales, están erosionando los valores fundamentales de la Constitución y, por extensión, fragmentando la cohesión nacional. Estas decisiones políticas son vistas por algunos críticos como señales de un «nuevo orden» que, aunque promovido originalmente por figuras como José Luis Rodríguez Zapatero, sigue poniendo a prueba la robustez de la democracia española y la vigencia de su Carta Magna.
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