En 2025, ARM Holdings celebra su 40.º aniversario, un momento crucial que destaca su impacto en la evolución de la tecnología. Fundada en 1983 en un discreto laboratorio en Cambridge bajo el nombre de Acorn RISC Machine, esta empresa británica transformó el panorama tecnológico con su arquitectura, que ahora impulsa más del 95 % de los smartphones, dispositivos IoT, superordenadores y servidores en la nube.
ARM surgió como una escisión de Acorn Computers, famosa por el ordenador BBC Micro, con la misión de desarrollar procesadores eficientes para sistemas personales. Apostando por el diseño RISC (Reduced Instruction Set Computer), sus primeros chips priorizaron la simplicidad y eficiencia energética. En 1990, ARM se independizó como Advanced RISC Machines Ltd., adoptando un distintivo modelo de negocio: licenciar su arquitectura en lugar de fabricar chips, trabajando con gigantes como Qualcomm, Apple, Samsung y Broadcom.
La revolución móvil fue un punto de inflexión para ARM. En un mercado donde el consumo energético y el tamaño eran cruciales, las CPU ARM se destacaron. Con el lanzamiento del iPhone en 2007 y el posterior auge de Android, ARM se convirtió en la arquitectura dominante. Los fabricantes construyeron SoCs personalizados, incorporando CPU, GPU y más bajo licencia ARM. Hoy, empresas como Apple y NVIDIA se basan en diseños ARM para sus chips avanzados.
Más allá de los dispositivos móviles, ARM ha conquistado los centros de datos y la supercomputación. Por ejemplo, Amazon Web Services utiliza procesadores Graviton basados en ARM, mientras que el superordenador Fugaku emplea CPUs ARM desarrolladas por Fujitsu. Además, ARM ha facilitado su integración en chips para inteligencia artificial, como NPUs y aceleradores en distintos dispositivos.
En septiembre de 2023, ARM regresó al mercado bursátil con una notable salida a bolsa en el Nasdaq, valorada en más de 65.000 millones de dólares. Aún con su éxito, enfrenta retos como la creciente popularidad de la arquitectura RISC-V, de código abierto, y el retorno de empresas al diseño propio de chips ARM, reduciendo así la dependencia de licencias completas.
Durante sus cuatro décadas, ARM ha transformado la eficiencia en el hardware, desde procesadores de 3 micras en 1985 hasta los actuales con miles de millones de transistores. Su influencia abarca más allá de dispositivos móviles, llegando a vehículos eléctricos, cámaras, televisores, routers y servicios cloud, consolidándose como el núcleo invisible de la informática moderna.
ARM mira hacia un futuro ambicioso, enfocándose en seguridad avanzada, procesamiento para IA, e integración en infraestructuras críticas. Los próximos años definirán su habilidad para mantener su liderazgo frente a nuevas arquitecturas, un desafío que afronta con la adaptabilidad y colaboración que la han caracterizado desde sus modestos comienzos en Cambridge.
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