El brote de chikungunya más grande registrado en China ha desatado una alerta sanitaria en la provincia de Cantón, donde hasta ahora se han reportado más de 7.000 casos, especialmente en la ciudad de Foshan. A pesar de que las autoridades informan que el ritmo de contagios ha disminuido recientemente, en la última semana se contabilizaron más de 3.000 nuevos infectados. Se cree que el brote se originó a partir de un «caso importado» que facilitó la transmisión local del virus, lo que ha llevado al Gobierno chino a implementar una serie de medidas para contener la propagación.
Para combatir el avance del virus, las autoridades han lanzado una ofensiva que incluye la utilización de insecticidas, redes y drones para controlar la población de mosquitos, principales vectores de la enfermedad. El chikungunya, que puede causar síntomas como fiebre y dolor articular intenso, se ha vuelto más prevalent en regiones no habituales este año, afectando a países como Brasil y Francia. En China, se llevan a cabo inspecciones puerta a puerta para eliminar posibles criaderos de mosquitos, y se advierte que la falta de cooperación podría resultar en multas, lo que subraya la gravedad de la situación en medio de condiciones climáticas que favorecen la proliferación de estas especies.
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