Los indicadores económicos apuntan a un crecimiento en España, pero la desigualdad sigue siendo una realidad persistente para muchos jóvenes. Según el IX Informe FOESSA, la exclusión social infantil y juvenil ha aumentado desde 2007, convirtiéndose estos grupos en «los grandes perdedores del modelo socioeconómico actual». La movilidad social está restringida por el origen familiar más que por el mérito, lo que frena las oportunidades de ascenso. La educación obligatoria ya no es suficiente para escapar de la pobreza, y el acceso a estudios superiores se convierte en un «cortafuegos» crucial, pero inaccesible para muchos. La precariedad laboral y la falta de vivienda adecuada son otros obstáculos significativos, lo que genera un “malestar generacional” y erosiona la confianza en las instituciones.
El informe resalta que las crisis, como la Gran Recesión y la pandemia, han exacerbado la exclusión. Aunque el crecimiento económico es evidente, la brecha de desigualdad no se cierra y impacta severamente a los jóvenes y a las mujeres, quienes enfrentan mayores barreras económicas y sociales. Las mujeres, a pesar de incrementos en participación laboral, siguen cargando con la mayoría de las responsabilidades del hogar. La «pobreza trabajadora» se ha expandido, afectando incluso a las clases medias. La exclusión no se detiene en el ámbito laboral, también se extiende a la vivienda, donde un alto porcentaje de personas que alquilan están al borde de la pobreza. El informe concluye que, para revertir estas tendencias, se necesitan políticas redistributivas, acceso equitativo a la vivienda y una renovación del Estado de bienestar.
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