A medida que 2024 cierra sus puertas en medio de un ambiente de incertidumbre política y económica, 2025 se asoma como un año crucial para dar vida a cambios significativos en los campos de la economía, la tecnología y la sostenibilidad. Así lo anticipa Adela de Toledo, Country Manager de Pure Storage Iberia, quien comparte sus perspectivas sobre el año venidero, subrayando un reajuste en las prioridades empresariales y un enfoque más crítico hacia las tecnologías emergentes como la inteligencia artificial (IA) y la computación en la nube.
Un aspecto destacado es la liberación del gasto acumulado, que muchos auguran está listo para estimular la economía. A raíz de un periodo de cautela por las incertidumbres políticas de 2024, se espera que 2025 sea el momento en el que tanto gobiernos como empresas desbloqueen inversiones en infraestructura y proyectos significativos. Con la consolidación de las nuevas agendas gubernamentales, el gasto acumulado promete dinamizar sectores cruciales, aunque el gran reto será equilibrarlo con la creciente deuda global. Se anticipan debates sobre cómo financiar estas infraestructuras, lo cual podría remodelar el panorama económico global e impulsar la colaboración público-privada ante desafíos económicos y sociales.
Dentro del ámbito tecnológico, la inteligencia artificial se enfrentará a un reajuste con un enfoque más selectivo. A pesar del auge de la IA desde la aparición de ChatGPT, 2025 podría marcar una fase de evaluación donde las organizaciones optarán por ser más estrictas al elegir proyectos relacionados con IA. Esto se debe, en parte, a que muchas iniciativas no han satisfecho las expectativas de retorno de inversión. De Toledo prevé que las soluciones de IA genéricas cederán terreno a modelos personalizados como la generación aumentada por recuperación (RAG), los cuales están diseñados para adaptar la tecnología a necesidades específicas y minimizar riesgos como las “alucinaciones” producidas por sistemas mal entrenados. Esta tendencia responde a una demanda cada vez mayor de los líderes empresariales para demostrar retornos concretos de inversión en tecnologías emergentes.
Por otro lado, el dilema entre sostenibilidad y expansión tecnológica sigue vigente. El crecimiento de la IA y de los centros de datos ha impactado directamente en los objetivos de sostenibilidad corporativa. Mientras que la demanda de recursos computacionales ha superado el énfasis en la reducción energética, De Toledo pronostica que 2025 verá el resurgir de la sostenibilidad como una prioridad en las agendas de las empresas. Entre las tendencias anticipadas, se incluye un debate sobre la transición energética, con la energía nuclear como una opción para satisfacer la demanda de los centros de datos, aunque bajo un escrutinio riguroso. Además, la contabilidad de impacto surgirá como herramienta esencial para medir y comunicar el impacto medioambiental a los líderes empresariales. La construcción de más centros de datos, impulsada por mandatos de Nube Soberana, plantea el desafío de cumplir con los objetivos de sostenibilidad garantizando un suministro energético adecuado.
La nube, por su parte, podría enfrentar un freno en su crecimiento desenfrenado. En 2025, la adopción de la nube podría estar alcanzando su cima debido a la regulación, los altos costos y las restricciones geográficas que hacen que las empresas reconsideren sus estrategias. Una de las normativas que marcará el ritmo es el Reglamento DORA, que desde su entrada en vigor en 2025 impondrá requisitos estrictos de resiliencia para los proveedores de servicios en la nube, particularmente en el sector financiero. Esto forzará a estos proveedores a ser más transparentes y adoptar medidas precautorias en caso de fallos.
Además, la adquisición de VMware por parte de Broadcom añadirá más complejidad al mercado. Las organizaciones se verán en la necesidad de analizar alternativas, decidiendo si migrar a nuevas plataformas o quedarse con sus proveedores habituales, en función de cómo estas opciones se adapten a sus necesidades.
2025 será, sin lugar a dudas, un año de reajustes y nuevas oportunidades, en el que las organizaciones deberán redefinir estrategias en un contexto global de transformación. Desde el estímulo económico a través del gasto acumulado hasta el reordenamiento de los proyectos tecnológicos y la reaparición de la sostenibilidad como objetivo principal, el año venidero desafiará a las empresas a adaptarse a un entorno más exigente y regulado. Como afirma Adela de Toledo: «El próximo año nos obliga a ser más críticos con nuestras decisiones, tanto en términos de inversión como de sostenibilidad. Solo aquellas organizaciones que encuentren un equilibrio entre innovación y realismo estarán preparadas para liderar en un entorno cambiante».