En 2024, España vio un giro positivo en su economía al controlar la inflación, que se estabilizó en un Índice de Precios al Consumo del 2,4%. La caída de la inflación permitió al Banco Central Europeo reducir los tipos de interés por primera vez en ocho años, lo que abarató las hipotecas y aumentó el acceso a la financiación para particulares y empresas. A pesar de estos avances, la afluencia de dinero barato está complicando la situación del mercado inmobiliario, donde los precios de las viviendas siguen al alza debido a la escasa oferta. La industria turística, por otro lado, continúa rompiendo récords, aumentando el crecimiento económico de España como la economía de más rápido crecimiento de la zona euro, aunque persisten preocupaciones sobre potenciales riesgos externos, como conflictos geopolíticos y la desaceleración de países vecinos en la UE.
El mercado laboral español también experimentó un notable crecimiento gracias al aumento de la inmigración, con trabajadores extranjeros ocupando más del 42% de los nuevos empleos creados durante el año. Sin embargo, la problemática del acceso a la vivienda se convirtió en un tema de preocupación nacional, evidenciada por protestas en varias ciudades y una notable escasez de oferta de alquileres. La situación ha llevado a algunos gobiernos regionales a implementar regulaciones de precios, aunque con resultados mixtos. Mientras tanto, a nivel internacional, las políticas arancelarias de Donald Trump y las incertidumbres dentro de la Unión Europea, donde las economías de Alemania y Francia enfrentan retos estructurales, continúan instando cautela en el panorama económico global.
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