Los recientes movimientos en política comercial y exterior del presidente de los Estados Unidos han llevado a una notable caída en sus índices de aprobación, así como en la credibilidad y reputación del país a nivel internacional. Las medidas arancelarias, percibidas como agresivas, han generado tensiones con socios comerciales clave y han inquietado tanto a economías emergentes como a aliados europeos. Estas acciones, junto con una serie de amenazas al Estado de Derecho dentro del país, han sido criticadas tanto por opositores políticos como por expertos internacionales, quienes advierten sobre el riesgo de aislamiento y daño a largo plazo en las relaciones internacionales del país.
Por otro lado, la administración ha implementado cambios bruscos en su política exterior, lo cual ha creado incertidumbre entre los aliados tradicionales de los Estados Unidos. Las decisiones impredecibles y los repentinos cambios de alianzas estratégicas han desconcertado a observadores externos, sembrando dudas sobre la consistencia y fiabilidad del país como líder global. Los analistas señalan que estos factores, combinados con la volatilidad interna, podrían tener consecuencias económicas y diplomáticas duraderas, afectando la capacidad del país para formar coaliciones y liderar iniciativas internacionales en el futuro.
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