El embarazo es una etapa transformadora que requiere especial cuidado, especialmente durante los meses de verano cuando las altas temperaturas y la humedad pueden agravar síntomas típicos como la hinchazón, náuseas y mareos. Las altas temperaturas aumentan el riesgo de deshidratación y golpes de calor, haciendo crucial mantener una hidratación adecuada y evitar la exposición prolongada al sol. Consejos clave incluyen beber al menos ocho vasos de agua al día, optar por comidas ligeras y frescas, usar ropa ligera y transpirable, y realizar actividades físicas moderadas como caminar o nadar. Además, es fundamental visitar regularmente al médico y escuchar las señales del cuerpo para asegurar el bienestar tanto de la madre como del bebé durante esta temporada.
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